La extensión extranodal (ENE) es un término utilizado para describir la migración de células cancerígenas más allá de los confines de la cápsula del ganglio linfático, un elemento crucial en la progresión de numerosos tipos de cáncer [1]. Es importante notar que esto no implica automáticamente que el cáncer se haya metastatizado a otros órganos [2]. Más bien, sirve como un indicador de la agresividad del cáncer y su potencial para propagarse, factores que pueden impactar significativamente las opciones de tratamiento [3].
Las células cancerígenas tienen la capacidad de desprenderse del tumor primario y navegar a través del sistema linfático, una red compleja de vasos responsables de transportar el líquido linfático por todo el cuerpo [4]. Estas células pueden luego quedar atrapadas en los ganglios linfáticos, que son pequeñas estructuras en forma de frijol encargadas de la producción y almacenamiento de células que combaten infecciones y enfermedades [5]. La ENE ocurre cuando estas células cancerígenas penetran la cápsula del ganglio linfático e infiltran el tejido graso circundante [6].
Este descubrimiento tiene un peso significativo ya que puede influir tanto en la etapa del cáncer como en la estrategia de tratamiento [7]. Por ejemplo, en el caso de los cánceres de cabeza y cuello, la detección de ENE puede elevar la enfermedad a una etapa más avanzada, lo que significa un tipo de cáncer más agresivo que puede necesitar un tratamiento más riguroso [8].
Sin embargo, la detección de ENE no significa concluyentemente que el cáncer se haya metastatizado a otros órganos [9]. Es factible que las células cancerígenas permanezcan localizadas, o restringidas al sitio original, incluso en presencia de ENE [10]. No obstante, sí indica un riesgo elevado de futura propagación del cáncer, lo que puede llevar a recomendaciones para un monitoreo regular y potencialmente un tratamiento más agresivo [11].