La radioterapia, también conocida como terapia de radiación, es un método prevalente para tratar el cáncer [1]. Este tratamiento implica el uso de partículas o ondas de alta energía, como rayos X, rayos gamma, haces de electrones o protones, con el propósito de destruir o dañar las células cancerosas [2]. El objetivo principal de la radioterapia es eliminar las células cancerosas minimizando el daño a las células sanas [3].
Existen varios escenarios donde se puede utilizar la radioterapia [4]. Puede servir como el tratamiento principal, con el objetivo de erradicar completamente un tumor [5]. Por ejemplo, el cáncer de laringe (caja de voz) a menudo se trata únicamente con radioterapia [6]. La radioterapia también puede usarse antes de la cirugía (terapia neoadyuvante) para reducir el tamaño de un tumor, facilitando su extracción, o después de la cirugía (terapia adyuvante) para eliminar cualquier célula cancerosa restante [7].
En algunos casos, la radioterapia se utiliza en combinación con la quimioterapia, un método conocido como quimiorradiación [8]. Esta estrategia se utiliza comúnmente en el tratamiento de ciertos tipos de cánceres de pulmón y de cabeza y cuello [9]. Por último, la radioterapia puede usarse para aliviar los síntomas en cánceres avanzados, un uso conocido como radioterapia paliativa [10].
Es crucial entender que, aunque la radioterapia es una potente arma en la lucha contra el cáncer, sí tiene efectos secundarios [11]. Estos pueden incluir fatiga, cambios en la piel y otros síntomas específicos del área que se está tratando [12]. Sin embargo, los avances continuos en tecnología están reduciendo constantemente estos efectos secundarios, haciendo de la radioterapia una opción de tratamiento más cómoda para muchos pacientes [13].