Existe una creencia común de que el azúcar alimenta el crecimiento del cáncer [1]. Esta creencia se origina en el entendimiento de que las células cancerosas, como todas las células de nuestro cuerpo, utilizan el azúcar (glucosa) del torrente sanguíneo para obtener energía [2]. Sin embargo, es crucial entender que el consumo de azúcar no alimenta directamente a las células cancerosas más de lo que lo hace con otras células [3].
La verdadera preocupación con el azúcar y el cáncer es indirecta [4]. Un alto consumo de azúcar puede llevar a la obesidad y a la resistencia a la insulina, ambos son factores de riesgo para ciertos tipos de cáncer [5]. La obesidad puede causar inflamación y cambios hormonales que pueden promover el crecimiento del cáncer [6]. La resistencia a la insulina, por otro lado, conduce a niveles más altos de insulina y factores de crecimiento similares a la insulina en la sangre, lo que puede estimular el crecimiento celular y potencialmente conducir al cáncer [7].
Es importante destacar que no todos los azúcares son iguales [8]. Los azúcares naturales que se encuentran en las frutas, verduras y lácteos son parte de una dieta saludable [9]. Por el contrario, los azúcares añadidos que se encuentran en los dulces, bebidas azucaradas y alimentos procesados contribuyen al aumento de peso y pueden aumentar su riesgo de enfermedades, incluyendo el cáncer [10].
En conclusión, aunque el azúcar no acelera directamente el crecimiento del cáncer, una dieta alta en azúcar puede aumentar indirectamente su riesgo de cáncer [11]. Por lo tanto, se recomienda limitar su ingesta de azúcares añadidos y mantener una dieta equilibrada para la salud general [12].