Los cánceres hormonales, como los que afectan la mama o la próstata, se distinguen por el hecho de que su crecimiento está influenciado por las hormonas [1]. Estos tipos de cánceres pueden sufrir cambios con el tiempo, pero no 'evolucionan' a un tipo diferente de cáncer [2]. En cambio, pueden volverse más agresivos o desarrollar resistencia al tratamiento [3].
El nombre de los cánceres hormonales se deriva del órgano o tejido en el que se originan [4]. Por ejemplo, el cáncer de mama comienza en el tejido mamario, independientemente de su estado hormonal [5]. El término 'hormonal' en este contexto se refiere a la presencia de receptores para hormonas específicas en estos cánceres, que pueden estimular su crecimiento [6]. Un caso en punto es que el estrógeno puede estimular el crecimiento de ciertos tipos de cánceres de mama [7].
Con el tiempo, debido a las mutaciones genéticas, los cánceres pueden sufrir cambios [8]. Estos cambios pueden hacer que el cáncer se vuelva más agresivo, se propague a otras partes del cuerpo (un proceso conocido como metástasis) o desarrolle resistencia a ciertos tratamientos [9]. Sin embargo, el tipo de cáncer sigue siendo el mismo [10]. Por ejemplo, el cáncer de mama que se ha extendido al hueso todavía se clasifica como cáncer de mama, no como cáncer de hueso [11].
Es crucial entender que el estado hormonal de un cáncer puede cambiar con el tiempo [12]. Un cáncer que inicialmente era receptor hormonal positivo puede convertirse en receptor hormonal negativo, y viceversa [13]. Esto puede afectar la eficacia de la terapia hormonal y puede requerir un cambio en el enfoque del tratamiento [14]. El monitoreo regular y la reevaluación del estado hormonal del cáncer pueden ayudar a tomar decisiones de tratamiento informadas [15].