El cáncer es ciertamente capaz de causar dolor, pero es crucial entender que no todo dolor significa la propagación del cáncer [1]. El dolor asociado con el cáncer generalmente se origina de un tumor que ejerce presión sobre los huesos, nervios u otros órganos en el cuerpo [2]. A veces, el dolor puede ser un síntoma temprano de cáncer, pero es más frecuentemente un síntoma de cáncer que se ha propagado o metastatizado [3].
El dolor resultante del cáncer puede variar enormemente [4]. Puede manifestarse como un dolor sordo, dolorido, agudo, o incluso sentirse como una sensación de quemazón [5]. Puede ser constante o intermitente, leve o severo [6]. La ubicación del dolor también puede ofrecer información sobre su causa [7]. Por ejemplo, los dolores de cabeza persistentes podrían indicar cáncer de cerebro, mientras que el dolor de espalda o pélvico podría ser una señal de cáncer colorrectal, de ovario o de próstata [8].
Si estás experimentando un dolor nuevo, inexplicado o persistente, es crucial discutirlo con tu proveedor de atención médica [9]. Ellos pueden ayudar a determinar la causa y las opciones de tratamiento más adecuadas [10]. El manejo del dolor es un aspecto vital de la atención del cáncer, y hay numerosos tratamientos efectivos disponibles, incluyendo medicamentos, fisioterapia y terapias alternativas como la acupuntura [11].
En conclusión, aunque el dolor puede ser una indicación de la propagación del cáncer, también puede atribuirse a muchas otras causas [12]. Siempre consulta con tu proveedor de atención médica si estás experimentando un dolor nuevo o empeorando [13]. La detección temprana y el tratamiento pueden mejorar significativamente el resultado para muchos tipos de cáncer [14].