El linfoma es un tipo de cáncer que comienza en el sistema linfático y a menudo puede ser mal identificado como otras enfermedades, incluyendo diferentes formas de cáncer [1]. Esta confusión surge debido a los síntomas compartidos como fatiga, pérdida de peso y ganglios linfáticos inflamados, que son prevalentes en muchas enfermedades [2].
A menudo, el linfoma se confunde con la leucemia, otro tipo de cáncer de sangre, ya que ambos pueden presentar síntomas similares como fatiga, fiebre y sudores nocturnos [3]. La distinción principal está en el origen de las células cancerosas [4]. En el linfoma, las células cancerosas nacen en el sistema linfático, una parte del sistema inmunológico del cuerpo [5]. Por el contrario, en la leucemia, las células cancerosas comienzan en la médula ósea y a menudo se desbordan en el torrente sanguíneo [6].
El linfoma también puede ser mal diagnosticado como tumores sólidos como el cáncer de pulmón o de mama cuando forma una masa en esas áreas [7]. Sin embargo, los procedimientos de diagnóstico y tratamiento para el linfoma y los tumores sólidos difieren [8]. Los tumores sólidos se tratan típicamente con cirugía, mientras que el linfoma se trata generalmente con quimioterapia y radiación [9].
Para prevenir el diagnóstico erróneo, los médicos emplean una serie de pruebas de diagnóstico, incluyendo análisis de sangre, estudios de imágenes y biopsias [10]. Una biopsia, que implica la extracción de una pequeña muestra de tejido y su examen bajo un microscopio, es el único método definitivo para diagnosticar el linfoma [11]. Obtener un diagnóstico preciso es crucial para asegurar el plan de tratamiento más efectivo [12].
En conclusión, aunque el linfoma puede ser confundido con otros tipos de cáncer debido a síntomas similares, pruebas de diagnóstico específicas pueden ayudar a distinguirlo de otras enfermedades [13]. Si tienes síntomas que te preocupan, es crucial que consultes con tu proveedor de atención médica para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento [14].