Ser diagnosticado con cáncer de tiroides, como con todos los tipos de cáncer, puede ser una experiencia abrumadora [1]. Sin embargo, es crucial entender que el cáncer de tiroides es frecuentemente más manejable que muchos otros tipos de cáncer [2]. Esto se debe principalmente a su lenta progresión y la eficacia de los tratamientos disponibles [3].
El principal tratamiento para el cáncer de tiroides es la cirugía, que implica la eliminación de toda o una parte de la glándula tiroides [4]. Este método a menudo tiene éxito en erradicar completamente el cáncer [5]. Después de la cirugía, los pacientes suelen someterse a terapia con yodo radiactivo [6]. Esta terapia es específica para el cáncer de tiroides y es altamente efectiva porque las células tiroideas son las únicas células en el cuerpo que absorben yodo [7]. El yodo radiactivo elimina cualquier célula cancerosa restante sin dañar otras células del cuerpo [8].
El pronóstico para el cáncer de tiroides es generalmente muy positivo [9]. Según la Sociedad Americana del Cáncer, la tasa de supervivencia a 5 años para individuos con cáncer de tiroides localizado es del 99% [10]. Incluso para aquellos cuyo cáncer se ha metastatizado a tejidos cercanos o ganglios linfáticos, la tasa de supervivencia a 5 años es del 98% [11].
Es vital tener en cuenta que, aunque el cáncer de tiroides a menudo es más tratable, el viaje de cada individuo con cáncer es único [12]. Los chequeos médicos regulares y la comunicación abierta con su equipo de atención médica son esenciales para manejar su salud [13]. Siempre busque el consejo de su médico para obtener información específica a su situación particular [14].