Es un entendimiento común que el estrés puede tener un efecto significativo en la salud en general, pero la correlación directa entre el estrés y el cáncer no es tan clara [1]. El estrés crónico puede desencadenar comportamientos dañinos como hábitos alimenticios poco saludables, fumar o el consumo excesivo de alcohol, todos los cuales son factores de riesgo reconocidos para el cáncer [2]. Sin embargo, es importante destacar que el estrés en sí mismo no ha sido identificado definitivamente como una causa directa del cáncer [3].
Principalmente, el estrés es una reacción natural a circunstancias desafiantes [4]. Es el mecanismo de nuestro cuerpo para prepararnos para posibles amenazas [5]. Pero, cuando el estrés se convierte en un problema crónico, puede llevar a una variedad de complicaciones de salud, incluyendo enfermedades del corazón y diabetes [6]. En el contexto del cáncer, el estrés crónico podría debilitar potencialmente el sistema inmunológico, dificultando que el cuerpo prevenga o controle la proliferación de células cancerosas [7].
Por el contrario, los estudios han indicado que el estrés podría influir en la propagación o progresión del cáncer en aquellos que ya han sido diagnosticados [8]. Esto se debe al hecho de que las hormonas del estrés pueden impactar la capacidad de un tumor para crecer y metastatizar [9]. Por ejemplo, los niveles elevados de la hormona del estrés cortisol pueden resultar en una reducción de los linfocitos del cuerpo, células blancas de la sangre que ayudan a combatir enfermedades, impactando potencialmente la capacidad del cuerpo para combatir el cáncer [10].
En conclusión, aunque el estrés en sí mismo puede no causar directamente cáncer, sus efectos en tu cuerpo y comportamientos pueden aumentar indirectamente tu riesgo de cáncer [11]. Es crucial manejar el estrés de manera efectiva a través de métodos como la meditación, el ejercicio físico y un sueño adecuado [12]. Ten en cuenta que mantener un estilo de vida salud