Los anticonceptivos orales, a menudo referidos como píldoras anticonceptivas, han sido objeto de una investigación exhaustiva en términos de su conexión con el riesgo de cáncer [1]. La correlación entre estas píldoras y el cáncer de ovario es particularmente notable [2]. La investigación indica que la utilización de anticonceptivos orales puede realmente disminuir el riesgo de desarrollar cáncer de ovario [3]. Este efecto protector se incrementa con la duración del uso de anticonceptivos orales y persiste durante varios años después de que una mujer interrumpe su uso [4].
De hecho, el riesgo de una mujer de cáncer de ovario disminuye aproximadamente un 20-25% después de 5 años de uso [5]. Cuanto más tiempo se usan las píldoras, menor se vuelve el riesgo [6]. Es crucial destacar que, aunque los anticonceptivos orales pueden reducir el riesgo de cáncer de ovario, pueden aumentar ligeramente el riesgo de cáncer de mama y de cuello uterino [7]. Sin embargo, estos riesgos vuelven a la normalidad con el tiempo una vez que se interrumpe el uso de las píldoras [8].
Es esencial comprender que el riesgo de cada mujer es único y está influenciado por una variedad de factores [9]. Estos incluyen la edad, antecedentes familiares de cáncer y ciertas mutaciones genéticas [10]. En consecuencia, la decisión de usar anticonceptivos orales debe tomarse en consulta con un proveedor de atención médica, teniendo en cuenta tanto los posibles beneficios como los riesgos [11].
En resumen, aunque los anticonceptivos orales pueden aumentar marginalmente el riesgo de ciertos cánceres, pueden reducir significativamente el riesgo de cáncer de ovario [12]. Este es un tema complejo que requiere un enfoque personalizado, considerando los factores de riesgo individuales y las necesidades de salud de cada mujer [13].