La cafeína, un componente prevalente en nuestras bebidas cotidianas como el café y el té, ha despertado interés dentro del campo médico, especialmente en lo que respecta al cáncer de mama [1]. Los estudios sugieren que la cafeína podría tener efectos tanto beneficiosos como perjudiciales en pacientes con cáncer de mama, dependiendo de las situaciones individuales [2].
Principalmente, ciertas investigaciones señalan que la cafeína podría reducir el riesgo de desarrollo de cáncer de mama [3]. Esto se atribuye a sus características antioxidantes, que ayudan a proteger las células del daño que podría resultar en cáncer [4]. Además, la cafeína ha demostrado la capacidad de aumentar la eficacia de ciertos medicamentos para el cáncer de mama, potencialmente mejorando los resultados del tratamiento [5].
Sin embargo, las noticias no son totalmente positivas [6]. Estudios contrastantes sugieren que un consumo excesivo de cafeína puede aumentar el riesgo de recurrencia del cáncer de mama [7]. Esto implica que las mujeres que han sido tratadas por cáncer de mama y consumen grandes cantidades de cafeína podrían tener una mayor probabilidad de que la enfermedad reaparezca [8].
Además, la cafeína puede interrumpir la absorción de ciertos medicamentos, incluyendo algunos tipos de quimioterapia [9]. Por lo tanto, es vital que las pacientes de cáncer de mama discutan su consumo de cafeína con su profesional de la salud [10].
En conclusión, aunque un consumo moderado de cafeína puede ofrecer algunas ventajas, el consumo excesivo podría presentar riesgos para las pacientes de cáncer de mama [11]. Siempre se recomienda mantener una dieta y un estilo de vida equilibrados, y consultar con su proveedor de atención médica sobre cualquier preocupación dietética [12].